martes, 28 de enero de 2014

Q82,500 por spot paga el Gobierno


Que Cuevas no se meta a su cueva

Da pena ver cómo manejan las crisis, grandes o pequeñas, algunos funcionarios de Gobierno, empezando por la pareja presidencial. Pero también es el caso de uno de los que más serenidad debería de mostrar y cuidar lo que hace y dice: Francisco Cuevas, el Secretario de Comunicación Social de la Presidencia.

Su criterio, seguramente sólo ayuda para echarle más leña al fuego o meter en problemas a sus jefes, no digamos a sus subalternos.

Por estos días lo tienen mal las revelaciones hechas el viernes por su Subsecretario, el periodista Oscar Ismatul, en el Congreso de la República, durante una citación en la bancada de la UNE.  Una citación que, por cierto, desde noviembre de 2013 se hizo a Cuevas en reiteradas oportunidades. Lamentablemente, y como muestra de su poca transparencia, siempre se negó a asistir y enviaba a Ismatul, sin que este fuera recibido por la bancada.  Hasta el viernes.

Y lo que dijo, rápidamente le costó que su jefe lo desmintiera públicamente, diciendo que hay cosas que él no conoce sobre el manejo de la Secretaría, de la que es Subsecretario.

Confrontado por lo que ya era un secreto a voces -la existencia de un call center del Gobierno, desde el que no solo se monitorea, sino se genera opinión e incidencia en redes sociales y páginas de medios de comunicación-, Cuevas hizo gala de su capacidad de defensa, repitiendo estribillos y conocidos: "El Gobierno anterior tenía uno igual" y "Es Orlando (Blanco), porque yo acusé a su hermana (Marlene Blanco)", dijo.

Como otras veces, no presenta pruebas de nada y, demagogo, como es, busca confundir a los periodistas y a la gente.

Y si iba a corregirle la plana a su segundo al mando, ¿por qué mejor no asistió al Congreso a explicar?. ¿Miedo de explicar las cosas de fondo?, ¿sus manejos financieros?

Tratar de defenderse de lo del call center ya es ocioso. Los reiterados errores y pocos disimulos de quienes promueven la imagen del PP o la pareja presidencial hablan por sí solos.

Lo que propongo y demando es que mejor explique algunas cosas, relacionadas con el dinero que es de todos. Y pregunto:

Si en la Secretaría quedaron instaladas capacidades para producir sus propios materiales (cámaras hd, iluminación, grúa, microfonía, dolly, camarógrafos y editores), ¿por qué están pagando Q82,500 por cada spot de Gobierno?

En el portal Guatecompras está el contrato por medio del cual se están recetando estas tarifas: Q6.6 millones por 80 spots. ¿Cuáles son?, ¿por qué son tan caros?.

Lo que más suspicacias provoca es, como lo reportó El Periódico desde el año pasado, es que la empresa productora contratada es la que hizo los spot de campaña del PP.

Entonces, o son muy malos administradores de los recursos que administran, porque les dan precios elevados, o están pagando deudas de campaña o están cobrando altas comisiones por cada spot.

Esas son algunas de las cosas que debe responder Cuevas.

viernes, 10 de mayo de 2013

Se acabó el asunto de los cassettes / La heredera boca floja / Felíz día de la madre




(Para mientras esperamos justicia...)

De tal palo, tal astilla. Como puede verse, en la imagen, el martes 30 de abril, Lisa María Cuevas Lou, corresponsal de Televisa en Guatemala e hija de Francisco Cuevas, Secretario de Comunicación de la Presidencia, tuiteó un mensaje diciendo "Que le paguen a ese muerto de hambre, así deja de comer tortillas con sal como fue a chillar su madre!!!".

Yo sabía que ese tuit era sobre mí. Y me confirmó una cosa muy grave: que su papá, a quien ella busca defender de manera muy torpe, es -tendré que agregarle un adjetivo más- un violador de mis derechos laborales. Lo ha hecho conscientemente y, al parecer, como consecuencia de una decisión tomada en familia.

La que se convirtió en corresponsal de Televisa, gracias a que su papá le heredó el cargo, despertó el  miércoles 1 de mayo, en día de asueto, y tuiteó a sus 86 seguidores (yo no soy uno de ellos) lo siguiente: “ y soy yo quien más aplaudo esa desestimación, así talvez su mamá deja de molestar a mi mamá en el Parlacen”. Sólo le faltó sacarme la lengua.

¿Qué había pasado para merecer esos tuits? Ella sabía algo que muy poca gente sabe. Una historia que yo les voy a contar, porque retrata a una familia y a un funcionario público.

Pero primero el contexto. Minutos antes de que ella publicara sus primeros tuits, la Jueza Sexta Penal había declarado con lugar un desistimiento solicitado por el Ministerio Público (MP) en el caso de los famosos videocassettes. En su resolución, la jueza resolvió que no había motivo para dar por válida la denuncia presentada por Cuevas y ordenó al MP que procediera con el "desistimiento en agencia", lo que implicó descartar cualquier posibilidad de iniciar un proceso penal en mi contra.

Para tomar su decisión, la jueza se basó, como lo hizo el MP para pedir el desistimiento, en: 1) mi buena fe para devolver los cassettes que por error se habían trasladado a una oficina privada al momento de retirar mis pertenencias de la Secretaría, 2) un informe de la Auditoría Interna de la Secretaría, ordenado por Cuevas en 2012, y 3) en un informe de la Contraloría General de Cuentas de la Nación (CGCN). Estas dos últimas instancias consideraron que no había ninguna anomalía en el procedimiento utilizado al dársele de baja a los famosos cassettes.

Explico. La Auditoría Interna y la CGCN concluyeron que, por su valor y tipo de uso, los cassettes son considerados “bienes fungibles”, que son dados de baja de los inventarios, como si se tratara de un lápiz, libretas u otros materiales. Es decir, los cassettes ya no forman parte de los inventarios de la Secretaría. Y uno no se puede ni robar ni apropiar algo que al otro ya no le pertenece. Sin embargo, eso no me limita ni limitará en mi intención de reintegrarlos a la dependencia que dirigí, a fin de que se mantenga un archivo.

La resolución, lógicamente, no fue del agrado de Cuevas, quien desde hacía semanas venía diciendo a los periodistas que cubren la fuente del Ejecutivo que el juicio en mi contra estaba por empezar. De hecho, varios periodistas que llegaron a cubrir la audiencia del martes, iban con esa expectativa. Así les habían dicho que sucedería. Y les dijeron que sería una nota grande. Claro, porque se trataba de algo en contra mía. (Cuando no fue así, no hubo nota).




Al estilo de “estás conmigo o estás contra mí”, en rueda de prensa frente a los elevadores del tercer nivel de la torre de tribunales, el actual Secretario de Comunicación criticó la decisión de la jueza y cuestionó el trabajo e imparcialidad del MP, asegurando que “desde el principio” actuó en beneficio mío.

Vuelvo con la historia, desclasificada públicamente gracias a la oportuna intervención de la “periodista” Cuevas Lou.

Resulta que, en abierta violación a la legislación laboral, Cuevas ha retenido, desde hace más de un año, el pago correspondiente a mi indemnización por el tiempo laborado al frente de la Secretaría durante 4 años, y que fue autorizado mediante resolución de la Junta Nacional de la Oficina Nacional de Servicio Público (Onsec).

Así me lo había confirmado verbalmente el abogado Jaime Osorio Portillo, asesor jurídico de Cuevas en la Secretaría de Comunicación. A finales de 2012, ante mis preguntas, reconoció que habían decidido “retener el pago” porque no se había aclarado el asunto de los cassettes. Le expliqué que hasta donde yo se, y cualquier estudiante con primer semestre de derecho también, existe un principio de presunción de inocencia que estaban violentando, pues si había una denuncia era porque ellos la habían presentado y no significaba que fuera cierta, por lo que no tenía por qué interferir con lo que me corresponde como derecho laboral. Él insistió en que esa era la decisión y yo, la verdad no seguí insistiendo, para ver hasta dónde eran capaces de llegar.

Si bien yo quise esperar hasta que se resolviera este asunto de los cassettes, tengo que reconocer que mi madre no pensó lo mismo. Sin que yo lo supiera, y sin duda con la mejor de las voluntades del mundo, ella, que ha sabido de mi situación financiera, tomó la decisión de ir a buscar a la esposa de Cuevas, Lisa Lou, al Parlamento Centroamericano (Parlacen), de donde es diputada por el Partido Patriota (PP).

Por enredado que suene la trama tiene muchas aristas, pues Lou fue mi asistente directa en la Secretaría de Comunicación durante los primeros dos años de mi gestión. De ella, sólo puedo decir cosas buenas y agradezco su dedicado trabajo. Lamentablemente ya no fue posible que continuara en ese cargo, pues su esposo, Francisco Cuevas, ya se veía coquetear con el PP, luego de que había salido por la puerta trasera del Ministerio de Gobernación, del que fue Viceministro de Apoyo Comunitario durante el Gobierno del presidente Álvaro Colom. Él fue Viceministro de Raúl Velásquez, quien fue removido de su cargo por un caso de sobrevaloración en la compra de combustible para la Policía Nacional Civil (PNC), por Q40 millones

Gracias a que fue Viceministro, lamentablemente no importa si fue bueno, malo o mediocre, cuenta con dos vehículos del Ministerio de Gobernación, agentes de seguridad y combustible. En este sentido, es curioso, porque de acuerdo con información que él mismo entregó a bancadas en el Congreso, también cobra gasolina en la Secretaría de Comunicación.

Lisa, su esposa, fue muy cercana a mí, pues la había conocido desde el año 2000. Tanto, que mantuvo una relación fraterna, diría yo, con mi mamá, durante el tiempo que fui Secretario y ella mi asistente. Esa confianza fue la que hizo que mi madre, insisto, sin informarme (ya que yo me hubiera opuesto rotundamente), fuera a buscarla al Parlacen para que intercediera ante Cuevas, a fin de que me pagara. Para mí, eso era inaceptable, pues es tanto como ir a rogar por algo que por ley me corresponde, ni más ni menos.

Quise contarles esta historia para que a quienes interese el tema se informen, ya que la noticia fue anulada de las coberturas mediáticas, pese a que casi todos los medios estuvieron presentes en la audiencia. El asunto fue noticia cuando Cuevas decía que iba a iniciar el juicio en mi contra, pero no cuando se me deslindó de responsabilidad. También, porque quise que quedara en evidencia la violación de mis derechos laborales por parte del Secretario, que, a la luz de los tuits de su hija, obedece a una represalia familiar en mi contra.